martes, 3 de septiembre de 2013

Plaza de pueblo

Tenía varios meses sin escribir, pero la idea de hacer algo sobre una plaza me rondaba la cabeza hace algunos días. Escrito en septiembre de 2013.

Una soleada tarde de sábado, aprovechando que me dieron el día libre en la oficina, decidí caminar por las calles de mi ciudad. Siempre digo que me gusta hacer ejercicio, pero nunca lo pongo en práctica. Después de 20 o 30 minutos de caminata, llegué a una pintoresca plaza de pueblo.  Me senté en un banco, cerca de una de las esquinas de la plaza, y empecé a ver alrededor mío mientras tomaba agua. Había un señor mayor que vendía helados, acompañado de una joven que mostraba sus manualidades; un pintor que trataba de retratar el paisaje sereno de aquel día, y un joven músico que quería hacer un poco de dinero con su guitarra vieja.

Sin embargo, hubo algo que me llamó mucho la atención: una pareja que vi a algunos bancos más a la izquierda. La belleza de ella me encantó de inmediato: un largo cabello negro que llegaba hasta su cintura, que hacía contraste con sus profundos ojos azules y su sonrisa encantadora. Por alguna razón, él no parecía estar muy cómodo. Luego comprendí el porqué.

Al cabo de un rato, estaba por irme de la plaza y seguir mi recorrido, cuando escuché a la pareja que estaba cerca de mí, discutiendo. Al voltearme vi que el hombre se montaba en un carro, y no se le veía muy contento. Al ver a la chica llorando… mi reacción fue acercarme a preguntarle qué le había pasado. Me contó que la discusión se dio porque él le confesó que se estaba viendo con otra. Después de consolarla como pude, me pidió mi número de teléfono. Yo, sorprendido, se lo di.


Ahora saldré a caminar más a menudo…